martes, 6 de diciembre de 2011

El fin de las estrellas

Echaba de menos el aburrimiento...está claro. Qué ganas las mías de volver a todo aquello, a todos esos momentos vividos en aquel hotel que tan visto tengo y que tanto cansancio me produce a veces. No sé cómo podía quejarme de aquellos días. Cómo echo de menos aquella terraza...aquella desde donde se veían las estrellas caer, y Venus iluminando la noche, elevándose sobre aquel escenario repleto de espejos que tantas noches nuevas caras con ánimo de entretener ocuparon... Desde aquí las nubes todo lo tapan, no veo nada, y me produce tristeza. Ya no hay estrellas que observar, no está Venus, no hay noche, hay tan solo oscuridad.



Desde esos momentos, han ocurrido muchas cosas que debería relatar, pero que mi cabeza guarda en formatos tan extensos que si quisiera contarlas todas no acabaría jamás, desde asaderos, cumpleaños (demasiados cumpleaños, incluído el mío, en el que me llevé una bonita sorpresa, o más de una), exámenes, conversaciones delicadas, días de playa, noticias inesperadas, una divertida noche de Halloween, días de "película", alguna que otra cena (más de una con altercados), algunas compras, una acampada curiosa... En esta sí que se veían bien las estrellas, pocas veces en mi vida he visto algo igual, diría que nunca, un puro espectáculo de luces que repetiría hasta la saciedad y no me cansaría de observar hasta que mis ojos solos cayesen.





 Es interesante compartir el cielo con algunas personas con las que yo lo compartí esa noche, cuando ví por primera vez el amanecer, aunque me costaba asumir que lo hiciese teniendo al lado a quién tenía... Es duro, muy duro. Lo cierto es que llevo un tiempo planteándome cuándo realmente finalizará todo esto, ¿cuándo se deja de querer a una persona de una determinada manera? Hay quienes dicen que eso dura hasta la eternidad, hay quienes dicen que todo acaba, hay quienes dicen que el tiempo manda...yo digo que me canso de que en esta vida, en MI VIDA ,el tiempo vaya por delante de mí.


Nunca he creído en los límites, pero tengo la sensación de haber rozado algo parecido a mis propios límites al llegar tan lejos...No pensé que me tocaría a mí sufrir esto, desde luego, pero mira cómo caen las bellas estrellas inocentes en la noche, sin ganas de morir, y lo hacen, porque les toca, y se apagan, pero antes de hacerlo toman su mayor esplendor y nos dejan apreciar aquello de lo que han sido capaces. Y nadie se para aquí a buscarlas, porque ellas se esconden, temerosas de que nosotros, aquí abajo, los que poco apreciamos, observemos su decadencia. En otros lugares, como aquellos allí arriba, si que se apreciaban, porque es cierto que durante esos instantes, estuvimos unidos, aunque fuese solo por observar los mismos puntos de luz que sobre nuestras cabezas descansaban, esperando su muerte o su camuflaje tras el Sol, aquel al que tanto esperamos, y que de tan preparada forma esperábamos ver, colocándolo todo, contando los minutos, aunque al final salió en el momento más inesperado, cuando solos tú y yo, caminábamos entre aquella hierba chamuscada y fría, donde los árboles se elevaban hacia lo alto,desafiando al mismo cielo, el cielo, que esa noche durante algunos minutos compartimos, solos, tú y yo.
Lástima que, amigo mío que, como toda estrella, la noche murió, el Sol apareció, y el instante no perduró, pero ahora, me voy a comer el mundo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario